martes, 12 de septiembre de 2017

El huracán Irma y la fuerza de los cubanos



Yasel Toledo Garnache
 Un poderoso huracán pone otra vez a prueba la voluntad y capacidad de avanzar de los cubanos. Irma, fenómeno con nombre de mujer, llegó a nuestras costas con categoría cinco en la escala Saffir-Simpson y vientos endemoniados.
   Arrancó techos, postes, paredes y hasta vidas, apagó casi todo el archipiélago por daños al sistema electro-energético nacional y devastó parte de la agricultura.
   Desde el comienzo parecía dispuesta a entrar en la historia con letras en mayúsculas, pues constituyó el fenómeno más poderoso formado en el Atlántico, rompió el récord de más días en la máxima categoría de la referida escala y fue el primero en arremeter contra Cuba sin perder esa condición.
   Recorrió parte de la zona norte del país durante más de 72 horas, desde la mañana del ocho de septiembre hasta la tarde del día 10, desde Baracoa, en Guantánamo, hasta las inmediaciones de Cárdenas, en Matanzas. Algunos comparan el sonido de sus vientos con el de una maldita sierra eléctrica.
   Fotos, videos, palabras, números, testimonios… muestran parte de sus efectos, aunque la mayor dimensión se siente en el alma de muchos.
   Este archipiélago, golpeado en numerosas ocasiones por bestias hidrometeorológicas, demuestra una vez más su condición de manantial inagotable de solidaridad y resistencia. Las provincias más afectadas reciben linieros, trabajadores de las telecomunicaciones, constructores…, una fuerza llena de voluntad para, junto a los pobladores de cada zona, reparar, levantar y volver a la normalidad lo más rápido posible.
   Una Baracoa renovada, apenas un año después de los daños de Matthew, otro gigante de vientos, mar embravecido y lluvias, constituye uno de los ejemplos de la fuerza y capacidad para edificar de los nacidos en esta nación de tanta historia, sacrificios y triunfos.
   Raúl Castro, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, lo dijo en el Llamamiento a nuestro combativo pueblo: “Las jornadas que se avecinan serán de mucho trabajo, donde volverán a quedar demostradas la fortaleza de los cubanos y la confianza indestructible en su Revolución. No es tiempo para lamentarnos, sino para volver a construir…”
   Luego refirió que la batalla será inmensa, reafirmó uno de los mayores principios de la Revolución: no dejar a nadie desamparado, y exhortó a lograr la recuperación con el ejemplo de Fidel, cuyo legado nos hace fuertes y nos une.
   Mucho se trabajó en Cuba desde antes de la llegada de Irma a nuestro territorio. Los integrantes de los Consejos de Defensa a todos los niveles prácticamente no dormían y había gran ajetreo.
   En Granma, por ejemplo, realizaban recorridos, iban a los lugares con más riesgos, intercambiaban con pobladores, organizaban y estaban pendientes de cada detalle, con mucha previsión, exigían con mano dura hacer todo de la manera más adecuada…, conscientes de que lo más importante es la protección de los ciudadanos.
   Miles de personas fueron evacuadas, con todo garantizado, incluidas la atención médica y la alimentación seis veces al día: desayuno, merienda, almuerzo, merienda, comida y merienda.
   La Defensa Civil activó su sistema nacional, empeñada en reducir al mínimo los daños, por eso resultan más lamentables las indisciplinas de algunos, quienes pusieron en riesgo hasta sus vidas, el bien más preciado.
   Diversos huracanes han azotado el país, incluido el llamado de Santa Cruz del Sur el nueve de noviembre de 1932, el cual causó el mayor desastre natural ocurrido en Cuba al provocar la muerte de alrededor de tres mil personas.
   En la historia más reciente aparecen Michelle, Iván, Gustav, Ike, Dennis, Sandy, Matthew y, por supuesto, Irma, el cual ha motivado chistes entre los cubanos, quienes no perdemos el encanto para reír y soñar ni en las situaciones más difíciles.
   Desde 1953, los fenómenos hidrometeorológicos reciben nombres, según un orden alfabético y empleando de forma alterna los idiomas Español, Inglés y Francés. Durante las primeras décadas todos recibieron denominaciones femeninas hasta 1979, cuando se utilizó una masculina.
   Millones de cubanos trabajan sin descanso para devolver el esplendor a toda la geografía. Seguramente, pasado algún tiempo, Irma será un recuerdo, otra muestra de un huracán poderoso, pero incapaz de vencer a un pueblo de luchas y éxitos, con capacidad para siempre renacer y seguir en el camino de las victorias.

La cara buena de los demonios de Irma



Bárbara Vasallo
  Mis muchachos, como cariñosamente digo a los jóvenes periodistas que  me acompañan, nunca antes compartieron experiencias en la cobertura de un huracán.
   En horas tempranas de la tarde del sábado ocho de septiembre cuando les dije: Nos vamos que hay que reportar, me miraron con caras de pocos amigos, y los entiendo.
  No es fácil enfrentarse por primera vez a un fenómeno meteorológico a riesgo de la vida, cumplir con el sacerdocio de informar a la gente, captar las imágenes de las grandes olas cuando llegan al litoral, buscar el ángulo perfecto para dejar para la historia la fuerza de los vientos, estar pendiente de los partes que la Defensa Civil emite, y hasta bromear con otros colegas, a pesar de percibir el riesgo.
  Salimos a recorrer el litoral antes de que Irma impidiera el movimiento, estuvimos trasmitiendo desde una oficina cercana que tenía fluido eléctrico para actualizar a los receptores sobre la situación del territorio amenazado en sus más de 270 kilómetros de costa, nos tomamos un café apurados y vimos volar los gajos de los árboles del parque de La Libertad.
  Mis muchachos mojaron y secaron sus ropas, dictaron por teléfono sus notas a los editores.
  Supimos que el municipio de Martí, bien al norte, quedó prácticamente incomunicado a causa de los vientos, que en Cárdenas el mar estaba bravo y penetraba calles adentro, Varadero ponía a buen resguardo a turistas, constructores y población, y en Matanzas la cifra de evacuados ascendía a más de 62 mil.
  En estas coberturas los periodistas compartimos datos, imágenes, no pensamos en quién tiene la última, también entre los que llevamos varios ciclones en la mochila, surgieron anécdotas, de la noche en que bajo vientos de casi 200 kilómetros por hora, llegó Fidel y siguió para Varadero a conversar con los turistas, porque él siempre lo hizo, porque cruzaba el puente de Bacunayagua de 112 metros de altura y preguntaba por los evacuados, y llamaba a preservar las vidas primero que todo...
  Son jornadas de agotamiento físico, de preocupación por los que quedaron en casa, a la retaguardia, clavando ventanas, asegurando tanques y poniendo de alta faroles de antaño, por los que están más lejos y las comunicaciones se dificultan, por otros colegas que están también trabajando poniendo por delante el pellejo.
  Trabajar codo a codo con los principales dirigentes del Consejo de Defensa de la provincia de Matanzas, apreciar la constante
preocupación por la gente, para que no se arriesguen durante el paso del meteoro, los que viven en casas frágiles, en las márgenes de los ríos, los que tienen familiares encamados, todo es muestra fehaciente de la bondad de un sistema social donde el ser humano es lo primero.
  Mis muchachos, junto a otros jóvenes periodistas de la radio, el periódico y la televisión locales, vivieron la experiencia de este huracán con nombre de mujer que ya se inscribió en la historia de los más potentes de cuantos se formaron en el Atlántico, conocieron de estas dinámicas informativas, del trasnochar detrás del último detalle.
  Irma dejó a su paso por el Caribe destrucción, árboles en el suelo, edificios desolados, un mar embravecido, cables desprendidos y teléfonos silenciados; pero para mis muchachos y los otros fortaleció la labor en equipo, la solidaridad de compartir un caramelo, la necesidad de la síntesis y la inmediatez, la voluntad de vencer el sueño y el amor infinito por seguir siendo periodistas...

Almeida: Centinela de la Revolución, cantor de la Patria



 Aída Quintero Dip
   Para honrar a un hombre de tanta sensibilidad y amor hacia sus compatriotas como el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, nunca faltan flores en el mausoleo erigido en su honor en la cima de la loma de La Esperanza, en el municipio santiaguero de Tercer Frente.
   Las estoicas montañas de la Sierra Maestra custodian sus restos, los de su padre Juan Bautista, su madre Rosario Teudola y 38 de sus compañeros caídos en diversas acciones combativas, quienes desde el mármol contemplan a un pueblo capaz de salvaguardar la soberanía que ellos forjaron, como la mejor ofrenda.
  Tras su fallecimiento en La Habana, el 11 de septiembre del 2009 y atendiendo a su voluntad, los restos mortales de Juan Almeida Bosque fueron inhumados con honores militares, en el Mausoleo del III Frente Oriental Mario Muñoz Monroy, del que fue fundador y su único jefe.
  El pueblo le rindió en cada rincón tributo de respeto y cariño a su memoria, en especial en el Memorial José Martí, de la capital, su cuna, y en la base del monumento a Antonio Maceo de Santiago de Cuba, ciudad heroica a la cual amó hondamente, donde combatió a las fuerzas de la tiranía y posteriormente trabajó al frente del Partido, como Delegado del Buró Político en la antigua provincia de Oriente.
  En su Santiago el homenaje póstumo fue conmovedor, cuando al paso del féretro cubierto con rosas blancas y la Bandera cubana el pueblo en las calles lo lloraba y cantaba al compás de La Lupe, frente al Antiguo Ayuntamiento, o de otras de sus obras emblemáticas camino a la Plaza de Marte o a la Ciudad  Escolar 26 de Julio, en el otrora Cuartel Moncada.
   Precisamente en 2013, en ocasión del aniversario 60 de esa gesta, de la cual él fue uno de sus osados asaltantes, le nació otro centinela a la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, con el emplazamiento de una imagen gigante del Comandante Almeida, a un costado del Teatro Heredia, en la legendaria urbe.
  Desde entonces se siente más honrada la tierra que lo cautivó desde el primer día y le entregó un especial cariño, el mismo que él le reciprocó con creces, piensa Enna Oliva Martínez, quien trabajó varios años a su lado y supo de su ardiente pasión en los trajines de constructor de la Patria nueva.
   La representante de la filial de la editorial Pablo de la Torriente en Santiago de Cuba agregó que el General de Ejército Raúl Castro significó una vez que Almeida era el combatiente que más se parecía a Maceo, y ahora la historia ha unido en una plaza a los dos genuinos héroes para orgullo de los santiagueros.
   Destacó que el guerrillero de la Sierra Maestra devenido una de las personalidades históricas más queridas de la Revolución cubana, se encumbró otra vez para darle la mano al valiente general de las guerras independentistas de Cuba en el siglo XIX, y ser fiel guardián ante quien intente dañar la tranquilidad de la Isla.
   Como para acentuar la estirpe de Almeida, la obra lleva la inscripción Aquí no se rinde nadie, frase convertida en uno de los símbolos de la Revolución y que él pronunciara durante el combate en Alegría de Pío, en diciembre de 1956, bautizo de fuego del futuro Ejército Rebelde con Fidel Castro al frente.
   Para el reconocido compositor Rodulfo Vaillant fue ideal colocar la imagen en un sitio emblemático de la cultura y entorno patriótico de sostenido diálogo con el Titán de Bronce, ya que su legado va más allá de la lucha revolucionaria, al  incursionar en el arte como escritor y compositor musical, avalado por más de 300 canciones.
   Almeida ofreció a Santiago de Cuba todo su sentir creador, muchos de sus temas fueron hechos aquí y debido a su apoyo, por ejemplo, reapareció la agrupación de Chepín Choven y se formó desde esta tierra la orquesta Irakere, precisa.
    Presidente de la Unión de Escritores y Artista de Cuba en la provincia santiaguera, Vaillant refirió que con razón se afirma que Almeida, como Heredia, fue un cantor de la Patria, al poner poesía en cada obra edificada, y también música para reflejar la alegría del pueblo.
   El expedicionario del Granma y mítico guerrillero es de esos hombres excepcionales, que desde las privaciones de su cuna humilde, en el reparto Los Pinos, de La Habana, creció y se forjó con los más altos valores de un hijo que desea y lucha por la libertad de su nación.
   Bravura y entereza distinguieron su impronta en el combate, fue nombrado Comandante en febrero de 1958 y cumplió por orden de Fidel Castro, la misión de organizar y dirigir  el III Frente Oriental Mario Muñoz para potenciar la ofensiva hacia la soberanía nacional en los días finales de la guerra.
   Al triunfo, en 1959, asumió nuevas responsabilidades como miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba  y Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular por la tierra santiaguera, a la cual se vinculó siempre quien lució en su pecho la Estrella de Héroe de la República de Cuba con la misma sencillez que caracterizó su vida.