lunes, 29 de enero de 2018



La Patria ante todo
 Aída Quintero Dip
     "Los comicios en Cuba no constituyen un concurso de popularidad; son en todo caso un concurso de méritos y un concurso de capacidades. Si yo, revolucionario, tengo el derecho de votar por cinco, ¿por qué voy a votar por uno?..”
                                                                          Fidel
                                       

     Tiene una trascendencia histórica en nuestra Patria el concepto de unidad; es símbolo de victoria, y cuando no se ha sido consecuente con su práctica ha  constituido blanco de reveses.
     La primera gesta por la liberación del yugo colonial, la Guerra de los Diez Años; fracasó esencialmente por la falta de unidad de los mambises.
     En desunión entre sí marchaban la Cámara de Representantes, el Gobierno de la República en Armas y el Ejército Libertador,  tampoco se logró el mando único sobre todos los territorios en campaña.
     División fue la causa principal que condujo al claudicante Pacto del Zanjón, esa indigna paz sin independencia ni abolición de la esclavitud.
      Pero Antonio Maceo salvó la honra y el decoro del pueblo cubano con la Protesta de Baraguá, hecho  devenido desde entonces en paradigma de intransigencia revolucionaria de la nación.
     Igual destino trágico, también por el divisionismo, en el cual prevalecieron el factor racial y la carencia de una preparación  adecuada; corrió la Guerra Chiquita que  estalló a continuación de la Guerra Grande.
     Por eso José Martí, interpretando  la necesidad histórica de la unidad, derivada de esas dramáticas experiencias, creó y lideró el Partido Revolucionario Cubano y desarrolló una obra colosal  para cohesionar a los veteranos y a los pinos nuevos, y eliminar las contradicciones de diverso carácter existentes en las filas de los patriotas, para reanudar con éxito la Guerra Necesaria.
    El Titán de Bronce también había llegado a la conclusión de la urgencia de un Partido único  de la independencia y siempre defensor de la unidad.
    En carta a Martí de 1888 afirmó que la unión de los cubanos  ha sido “el ideal   de mi espíritu y el objetivo  de mis esfuerzos (…) sin ella serán estériles todos nuestros sacrificios, y se ahogarán siempre en sangre nuestras más arriesgadas empresas”.
    Ese espíritu unitario no fue solo patrimonio de los próceres de la independencia; identificó los sueños de los patriotas que nacieron después como la generación que asaltó al Cuartel Moncada, los combatientes de la lucha clandestina y de la Sierra Maestra, de los hombres y mujeres que  salvaguardan las conquistas de hoy.
    Legitimidad histórica y profundo sentido patriótico tiene entonces la convocatoria al voto unido para la elección de los diputados a la Asamblea Nacional y delegados a la Asamblea Provincial del Poder Popular, en los comicios del domingo 11 de marzo, que en el contexto actual parte, en principio, de preservar la unidad e identidad nacional.
    Se ha reiterado que el voto unido nos fortalece; es antídoto contra toda manifestación de corrupción y tiene que ver, además, con la unión entre los cubanos en un sentido más raigal, ya que lo opuesto a la filosofía  del voto unido sería la demagogia, la competencia mercantilista entre los candidatos que surgen de la maquinaria y no del pueblo.
    Para mantener un sistema como el de Cuba que se afinca en la voluntad popular, en que hombres y mujeres de la base ocupen también responsabilidades esenciales en la sociedad, hay que preservar la Revolución y el poder político,  cerrándoles todo resquicio a los riesgos, a las amenazas de la politiquería y la demagogia.
    El voto unido es garantía de que las asambleas tengan una representación integral de la sociedad cubana, y sean reflejo de la confianza y justicia hacia los nominados por sus méritos, capacidad, entrega a la causa revolucionaria y compromiso con el pueblo.
   Ejercerlo  en las elecciones generales del domingo 11 de marzo expresará la convicción de las masas y su voluntad  patriótica, en un tributo a los héroes y mártires, a las enseñanzas de Martí y Fidel,  y a hombres como Antonio Maceo, que en un momento difícil de la historia de Cuba dijo: “La Patria ante todo”.

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